lunes, junio 16, 2025
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Santo Domingo Este: Entre el auge urbano y la deuda ambiental

AGENDA ORIENTAL, SANTO DOMINGO.

Por Darwin Feliz Matos

Santo Domingo Este se ha consolidado como uno de los municipios de mayor expansión en la República Dominicana. Su crecimiento urbanístico es evidente: nuevos proyectos inmobiliarios, desarrollos viales, mayor densidad poblacional y una creciente actividad económica que lo posicionan como un eje clave del Gran Santo Domingo. En este contexto, la gestión municipal, encabezada por el alcalde Dio Astacio, ha apostado por una estrategia de revalorización y posicionamiento territorial bajo una nueva identidad: “Costa del Faro”, una marca ciudad que pretende proyectar a Santo Domingo Este como destino turístico y cultural de primer orden.

Este enfoque, que combina la promoción del patrimonio histórico, la inversión pública-privada y el turismo sostenible, busca colocar al municipio en el mapa turístico nacional e internacional. La zona cuenta con una riqueza invaluable: monumentos coloniales como la Iglesia San Lorenzo de Los Mina y la ermita del Rosario, una de las más antiguas del continente, testigos silenciosos de un pasado que merece ser conocido y preservado. A ello se suma el potencial de una población dinámica y emprendedora, deseosa de participar en el renacer de su comunidad.

Sin embargo, este ambicioso proyecto de transformación urbana contrasta dolorosamente con una realidad que permanece ignorada: el abandono del Parque Cachón de la Rubia, el principal afluente natural del municipio y uno de los pulmones ecológicos más importantes de toda la zona oriental. El que fuera antaño un espacio vibrante, visitado por locales y turistas, hoy luce descuidado, inseguro y contaminado.

Este pulmón verde, uno de los principales afluentes naturales del municipio, no solo constituye un recurso ambiental invaluable, sino también un símbolo del equilibrio que debe existir entre desarrollo y sostenibilidad.

Lo que debió ser una joya de la nueva oferta ecoturística de Santo Domingo Este, se ha convertido en una tierra de nadie. La falta de mantenimiento, la ausencia de vigilancia y el incremento de la delincuencia lo han convertido en un lugar temido, no disfrutado. Los manantiales que antes refrescaban a cientos de visitantes ahora son víctimas del abandono institucional. La biodiversidad que albergaba el parque se encuentra en riesgo, y la comunidad ha perdido un espacio vital para la recreación, la educación ambiental y el turismo responsable.

Este contraste evidencia una gran paradoja: se busca atraer visitantes con una marca ciudad que promete sostenibilidad y respeto ambiental, mientras uno de sus principales recursos naturales se desintegra por desidia. No se puede hablar de desarrollo turístico si no se protege lo esencial. No se puede promover la identidad local ignorando los símbolos ecológicos que la sustentan.

El Cachón de la Rubia no solo tiene valor ecológico, también posee un potencial turístico que podría integrarse a la estrategia de marca ciudad. Su rescate no debería ser una opción, sino una prioridad estratégica. Rehabilitar este parque implicaría ofrecer a los ciudadanos un espacio digno para la recreación y la educación ambiental, y a los turistas, una muestra de la riqueza natural del municipio.

La recuperación del Cachón de la Rubia no debe verse como un capricho ambientalista, sino como una acción estratégica. Revitalizar este parque natural tendría un impacto directo en la calidad de vida de los munícipes, reforzaría la identidad territorial que promueve “Costa del Faro” y abriría nuevas rutas de turismo ecológico, cultural y comunitario. Dejarlo morir es renunciar a una parte del alma del municipio.

El cachón de la rubia podría ser la ruta de descanso de un corredor ecológico que enlace con el Parque Nacional Los Tres Ojos, El Acuario Nacional, El Parque Mirador del Este y Anfiteatro Luisito Martí, así como monumentos tales como La Iglesia Ermita del Rosario, El Faro a Colón y La Plaza Juan Pablo Duarte.

Es por ello que es necesario crean un comité interinstitucional de ecoturismo, encabezado por el Ayuntamiento de Santo Domingo Este, el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales y el Ministerio de Turismo, recuperando algunos de los atractivos naturales, haciéndolo muchos más llamativos y creando la ruta ecoturística.

Santo Domingo Este está en una encrucijada histórica. Puede convertirse en un modelo de urbanismo inteligente y sostenible o repetir los errores de un crecimiento desarticulado y excluyente. La oportunidad está en sus manos. La voluntad política y el compromiso ciudadano deben unirse para que la ciudad que emerge no lo haga sobre los restos de la naturaleza que la vio nacer.

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