AGENDA ORIENTAL, SANTO DOMINGO
No es velocidad, pero tampoco medio fondo. Es decir, el atleta no puede acelerar al máximo durante toda la prueba, pero tampoco tiene suficiente espacio para marcar el ritmo e ir dosificando sus fuerzas porque se quedaría atrás.
Esta es una de las razones por las que la prueba de 400 metros se considera una de las más duras y agotadoras de cualquier competición de atletismo. Hay que ir rápido, pero no tan rápido como para acabar la reserva de energía.
Cuando un atleta corre los 100 o 200 metros, la velocidad es la clave. Tiene que ir al máximo todo el tiempo. Y en las distancias medias o largas como los 800 o los 1.500 metros, el secreto de una buena carrera es dosificar las fuerzas de tal manera que quede algo para hacer un sprint en la recta final. Dependen más de la resistencia y el ritmo que de la velocidad pura.
Pero en los 400 metros, que el jueves ganó el estadounidense Quincy Hall en la final masculina con una espectacular remontada, el equilibrio entre velocidad y resistencia es una línea extremadamente fina.
De hecho, hubo un tiempo que los 400 metros lisos estuvieron clasificados entre las pruebas de media distancia y ahora se consideran un “sprint prolongado”. El World Athletics, la entidad que controla este deporte en el mundo cataloga la prueba dentro de las de velocidad.