sábado, noviembre 23, 2024

Luis Henríquez y Yancarlos Simanca: la excepción de todos los asistentes

Por: José Paulino

Desde la génesis de la historia política los reflectores suelen enfocarse en los líderes prominentes, titulares del cargo o función a desempeñar, mientras que los asistentes políticos juegan un papel fundamental, pero a menudo subestimado y no tan mediáticamente promocionado. Estos individuos, detrás de cámara, son en ocasiones los arquitectos detrás de las decisiones estratégicas, los administradores incansables y los enlaces vitales entre los líderes y el público.
En primer lugar, los asistentes políticos sirven como asesores y estrategas silenciosos, que actúan en las sombras de sus pensamientos mientras trabajan arduamente para proyectar el éxito de su líder y jefe, mientras en ocasiones, muy frecuentes, deben asumir el trago amargo de los errores para hacer quedar bien a su titular, mal concebidos quizás, como una muralla de contención a la impopularidad que pueda afectar a su jefe. Ofrecen análisis político detallado y consejos estratégicos, guiando a los líderes en la toma de decisiones fundamentales sobre políticas y campañas. Su perspicacia política y comprensión de las dinámicas sociales a menudo son la brújula que orienta las acciones de los líderes, ya que son ellos que guardan contacto con la realidad de la dirigencia, adelantando el paso ante un probable error.

En Santo Domingo Este hemos visto pasar algunos asistentes, muchos destacados y otros no, muchos en las sombras y otros en los reflectores, pero hoy nos enfocaremos solo en dos; Luis Henríquez y Yancarlos Simanca, el primero jugó un papel estelar bajo la gestión del afamado alcalde Juan De Los Santos, quien hasta el día de hoy ostenta en popularidad el título del mejor alcalde que ha tenido nuestro municipio, muchos recordamos la participación de Henríquez bajo esa gestión como; el brazo de confianza, la voz más cercana a sus oídos, la brújula de sus decisiones y el muro de contención a la negativa popular de sus acciones, sin embargo, De Los Santos gozó siempre de gran popularidad al igual que su asistente, evidenciando que cuando se toman buenas decisiones no siempre el muro de contención, el asistente, carga con la impopularidad de su jefe y esto se debe a que en el error o en los aciertos la cuota de responsabilidad reside en ambos, no solo en el receptor de los errores.

Sin embargo, en el caso del segundo no fue así, Manuel Jiménez fue un mar de decisiones mal tomadas, no supo evitar abrirse todos los frentes de guerra al mismo tiempo sin tener un bastión como Henríquez que acaparara el error de sus acciones y midiera con destreza las demandas y reclamos exteriores para garantizar la aprobación popular de su gestión, opuesto a la regla, el impopular en este caso era el alcalde y el afamado y querido, era el asistente. Todos los errores recayeron sobre el titular, mientras que el actor secundario sabia escudar bien su pellejo en la mítica frase: “el inquilino del 4to piso no escucha a nadie, ni siquiera a sus más cercanos”, convirtiéndose todos en victimas de un alcalde faraónico, pero irónicamente al momento de ser momificado, bajo una derrota aplastante en unas internas, no fueron sacrificados junto a él, muchos acabaron siendo populares en regidurías, y otros, aparentemente populares en diputaciones. Si seguimos el hilo lógico de la relación marital entre el alcalde y el asistente podemos concluir en que la responsabilidad del éxito y la derrota recae como en el matrimonio, es decir; en ambos.

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