AGENDA ORIENTAL, SANTO DOMINGO
Escrito Por: Luis Álvarez, Subsecretario Nacional de Asuntos Internacionales de la JRM
La reciente llegada de una flotilla naval rusa a Cuba no es un mero acto de protocolo, sino un movimiento estratégico que resuena con los ecos de la Guerra Fría, este gesto, que incluye un submarino de propulsión nuclear y tres buques de guerra, es una demostración de fuerza y una clara señal de que Moscú no está dispuesto a ceder su influencia en el hemisferio occidental, especialmente frente a las tensiones crecientes con Estados Unidos por la guerra en Ucrania.
El simbolismo de disparar 21 cañonazos en la Bahía de La Habana, donde antes anclaban cruceros estadounidenses, no puede ser más elocuente, pues es un recordatorio de que, aunque las sanciones y las políticas pueden cambiar, la geopolítica raramente olvida sus viejas alianzas. La Habana, por su parte, parece dispuesta a reavivar su relación con un aliado histórico en momentos de necesidad económica y aislamiento diplomático.
La respuesta de Estados Unidos, autorizando ataques ucranianos en suelo ruso, solo intensifica este juego de ajedrez global, donde cada movimiento es calculado para maximizar la presión y minimizar la vulnerabilidad. Vladimir Putin, al sugerir que podría armar a otros países hostiles a Occidente, está jugando una partida peligrosa, una que podría tener repercusiones impredecibles.
Cuba, en su papel de aliado estratégico, se encuentra en una posición delicada, su abstención en las resoluciones de la ONU sobre Ucrania y la reciente retórica prorrusa del presidente Miguel Díaz-Canel son indicativos de una isla que busca desesperadamente apoyo en medio de su crisis económica, la dependencia de petróleo ruso y el aumento del turismo de ese país son salvavidas en un mar de incertidumbre.
Sin embargo, la historia nos advierte lo peligroso que pueden ser esas alianzas. La crisis de los misiles de 1962 es un recordatorio sombrío de cuán cerca estuvimos de una catástrofe nuclear, aunque La Habana asegura que los buques rusos no portan armas nucleares, la sola presencia de estas naves en aguas tan cercanas a Estados Unidos es motivo de alarma.
Como dijo Hal Klepak, “Sí, pueden hacernos mucho más desde Ucrania, pero tampoco estamos completamente indefensos y podemos ser una molestia para ustedes”. Este es el mensaje que Rusia envía a través de las olas del Caribe, un mensaje que no debe ser ignorado, la pregunta que queda es: ¿Estamos presenciando el preludio de una nueva era de confrontación o es simplemente un eco distante de un pasado que se niega a desvanecerse?