Santo Domingo Este, Agenda Oriental: La reciente aprobación de la unificación de las elecciones, con 168 votos a favor, representa un acto de terquedad que podría tener graves repercusiones para nuestro sistema democrático. Este acuerdo, impulsado por un pequeño grupo de ciudadanos que parece estar embriagado por el poder, no solo desdibuja la esencia del pluralismo político, sino que también amenaza con desmantelar las estructuras que sostienen a nuestros partidos.
Artículo de Opinión
La decisión de unificar las elecciones no es simplemente una cuestión técnica o administrativa; es un golpe directo a la diversidad política que caracteriza a nuestro país. Al concentrar la fecha de las elecciones, se minimiza la capacidad de los ciudadanos para evaluar a los candidatos en un contexto más amplio y reflexivo. Esta medida, presentada como una forma de simplificar el proceso electoral, oculta una agenda más siniestra: la consolidación del poder en manos de unos pocos.
Los riesgos son evidentes. En un sistema donde la competencia se vuelve más difícil y la visibilidad de los candidatos se diluye, se corre el peligro de que los partidos minoritarios y las voces disidentes queden relegadas a un segundo plano. Esto no solo empobrece el debate público, sino que también erosiona la confianza de los ciudadanos en un sistema que debería ser representativo y plural.
La terquedad de quienes defienden esta unificación proviene de una visión estrecha y autoritaria del poder. Creer que un grupo reducido de ciudadanos puede tomar decisiones en nombre de toda la población es, en el mejor de los casos, una falta de respeto a la democracia y, en el peor, un camino hacia el totalitarismo. Las consecuencias de este acto pueden ser desastrosas, y la factura la pagaremos todos, en forma de una disminución de la participación ciudadana y un aumento en el desencanto con el sistema político.
Es momento de cuestionar esta decisión y exigir un debate más amplio y profundo sobre el futuro de nuestro sistema electoral. La democracia se construye con diversidad y diálogo, no con imposiciones y decisiones arbitrarias. La unificación de elecciones puede parecer un avance, pero en realidad podría ser el inicio de un desmantelamiento del tejido político que hemos construido con tanto esfuerzo. No dejemos que la terquedad de unos pocos determine nuestro futuro.
