AGENDA ORIENTAL, SANTO DOMINGO.
Por Nelia Rodríguez
Recientemente, un comunicador que suele utilizar su medio para emitir alabanzas desproporcionadas a favor del alcalde de Santo Domingo Este expresó su frustración y enojo contra la señora Odris Carvajal, secretaria del alcalde Pastor Dio Astacio. Según él, Carvajal irrespetó a la vicealcaldesa Ángela Henríquez al retenerla y negarle el acceso al antedespacho del alcalde durante casi media hora este miércoles 7 de mayo, bajo el argumento de que no contaba con una cita previa. A la funcionaria se le negó la entrada a una oficina que, por jerarquía y función, debería estar abierta para ella en su condición de segunda autoridad del municipio.
Aunque el comunicador tiene razón al denunciar ese irrespeto hacia la vicealcaldesa, lo cierto es que las secretarias usualmente no actúan por voluntad propia, sino por instrucciones del jefe inmediato.
Esa desconsideración hacia la vicealcaldesa, como señala el comunicador, no es un hecho aislado. Sin embargo, la verdadera razón de su queja no radica únicamente en la defensa de la funcionaria, sino en que la señora Carvajal también lo habría retenido a él por casi dos horas en el lobby del edificio.
Los patrones de conducta de la secretaria del señor alcalde no obedecen a caprichos personales, sino a una línea directa trazada desde el despacho del propio alcalde, quien ha expresado su deseo de que lo dejen trabajar. En el ayuntamiento no es un secreto que el alcalde está cansado y hastiado de las constantes visitas de ese periodista, a quien muchos empleados del despacho consideran un «tumba polvo». No obstante, cabe decir que el comunicador es una figura respetada y que, cuando visita el despacho, lo hace con la intención de aportar, no de pedirle “cositas” al alcalde.
La acción de la secretaria no debe interpretarse como un exceso unilateral, sino como una conducta avalada por el despacho. Se trata de una política del alcalde que, en su estrategia de marketing político, está dispuesto a sacrificar cualquier ficha.
En la oficina se maneja información de que, en ocasiones, se producen retrasos en el pago de la publicidad, y cuando el comunicador acude al despacho, hay órdenes de entretenerlo en el lobby hasta que se canse y se marche.
Fuentes del cuarto piso sostienen que el artículo escrito por el periodista, con duras críticas hacia la secretaria que trabaja casi 60 horas a la semana, está relacionado con la molestia por esos retrasos en los pagos.
De cualquier forma, los hechos narrados por el periodista respecto a las dificultades para ver al alcalde son ciertos. Sin embargo, también debe comprenderse que la secretaria recibe órdenes directas del poder para decidir a quién se le permite o se le niega el acceso.
En los pasillos, una persona de extrema confianza del alcalde gritó ¡Ese hombre tiene harto al alcalde!”.
El alcalde, mañana mismo, podría lavarse las manos como Pilato y hasta cambiar de secretaria, pero los problemas de acceso a la figura principal del municipio continuarían. Porque la enfermedad no está en la sábana, sino en el corazón del propio inquilino del cuarto piso del Palacio Municipal.