AGENDA ORIENTAL, SANTO DOMINGO
Por: Julio Cesar Garcia Mazara, MA
El escenario de la próxima elección presidencial en Estados Unidos se perfila como un verdadero tira y afloja entre los dos principales candidatos: el expresidente Donald Trump por el Partido Republicano y la actual vicepresidenta Kamala Harris por el Partido Demócrata. Las encuestas más recientes indican un empate técnico que tiene a la nación en vilo mientras se dan los últimos pasos en una compleja campaña. Sin embargo, se hace necesario matizar que el resultado final de las elecciones no se determinará sólo por la suma de votos populares, sino que el sistema del Colegio Electoral, que puede complicar aún más el desenlace.
Una de las características más peculiares del proceso electoral en EE.UU. es el sistema del Colegio Electoral, que complica cualquier interpretación superficial de las encuestas. Aunque a nivel nacional ambos candidatos se encuentran relativamente parejos en la intención de voto, el camino hacia la Casa Blanca demanda obtener una clara mayoría de los 538 votos electorales distribuidos entre los estados. Para ser electo, un candidato debe alcanzar al menos 270 votos.
De acuerdo con el análisis de Whit Ayres, un conocido encuestador republicano, la predictibilidad de las encuestas se ve limitada por la polarización del electorado a nivel estatal. «En 43 de los estados sabemos bien de antemano cómo van a votar porque son consistentemente estados republicanos o demócratas», sostiene Ayres. Así, la contienda se reduce a siete estados denominados «péndulos», donde las diferencias en las preferencias por los candidatos están dentro de un rango crítico de 1 a 2 puntos porcentuales.
Los estados que podrían decidir la elección son Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Carolina del Norte, Pensilvania y Wisconsin, representando en total 93 votos electorales. La dinámica en estos estados no sólo refleja el interés electoral, sino que también evidencia los diversos temas que están en juego: la inmigración, el acceso al aborto, la economía y la democracia.
- Arizona es un estado tradicionalmente republicano que se ha inclinado hacia el lado demócrata en elecciones recientes. Sin embargo, Trump lidera aquí por un estrecho margen y aprovecha la tensión en torno al tema migratorio, crucial en un estado que comparte frontera con México.
- Nevada, por su parte, presenta un panorama complicado para Harris, quien actualmente empata en intención de voto con Trump. La economía postCOVID y el alto desempleo afectan su campaña.
- Carolina del Norte, donde Trump tiene una ligera ventaja, enfrenta un reto adicional tras el impacto de desastres naturales. El apoyo a emergency response será clave aquí.
- Georgia es emblemática por el cambio que significó la victoria demócrata en 2020. Las encuestas muestran que Harris todavía lucha por retener el apoyo de los votantes afroamericanos, un grupo decisivo.
- Michigan, aunque actualmente Harris se encuentra ligeramente adelante, está experimentando un descenso en el respaldo demócrata debido a la posición del gobierno estadounidense en el conflicto de Gaza, un asunto que resuena fuertemente con su población árabe.
- Wisconsin y Pensilvania se mantienen como estados en los que ambos candidatos tienen la oportunidad de captar la atención de votantes indecisos, pero donde también hay una intensa competencia sobre la gestión de la economía y los problemas inflacionarios que atormentan a los ciudadanos.
A medida que se acercan las elecciones, la estrategia de ambos candidatos se redefine. La movilización de los votantes, más que la persuasión, se convierte en la clave del éxito. Ambos contendientes están llamados a rebuscar entre sus bases para garantizar que sus apoyos se traduzcan en votos reales.
Harris, a pesar de la volatilidad de la opinión pública, debe trabajar en mejorar la percepción sobre su capacidad para manejar la economía, un tema que históricamente ha favorecido a los republicanos. Una estrategia que podría funcionar sería enfocarse en aumentar el apoyo del voto latino al presentar propuestas concretas en sectores que tradicionalmente emplean a esta población, como la construcción de viviendas.
Trump, por su parte, parece ceder terreno entre las mujeres votantes, un grupo que podría determinar el resultado a su favor si logra mejorar su postura y ganar su confianza. La retórica en torno a la inmigración y su enfoque en los votantes masculinos más jóvenes sugiere una estrategia arriesgada, pero necesaria para movilizar a sus bases.
A medida que los candidatos tratan de cerrar brechas y movilizar a sus apoyos, el futuro político del país pende de un hilo de incertidumbre. En esta carrera extremadamente reñida, hasta el más mínimo movimiento en los estados péndulo puede tener repercusiones colosales en los resultados. Lo que parece ser un desafío para ambos es la capacidad de anticiparse a cambios súbitos en la preferencia del electorado, lo que hace que este año electoral sea uno de los más trascendentales de la historia reciente de EE.UU.
El epílogo de esta lucha no sólo se definirá por puntos porcentuales o encuestas; estamos ante una contienda que examina profundamente el sentido de pertenencia y el rumbo que asume la nación frente a desafíos globales y locales.