jueves, noviembre 21, 2024

El G-20 en Río de Janeiro: Un escenario marcado por el ‘efecto Trump’ y el ascenso de Milei.

AGENDA ORIENTAL, SANTO DOMINGO

Por: Julio César García Mazara, MA

El G-20 que comienza este hoy en Río de Janeiro se presenta como un encuentro de relevancia mundial, pero no para el Brasil que lo ha preparado. Este evento fue concebido con la esperanza de revitalizar el diálogo social, combatir la pobreza y establecer un impuesto a los superricos. Sin embargo, el contexto político actual parece haber tomado un rumbo inesperado, donde el ‘efecto Trump’ resuena en cada rincón de la cumbre, alterando el propósito original del encuentro.

Cuando el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva diseñó su visión para este G-20, la realidad era radicalmente diferente. El expresidente estadounidense Donald Trump se encontraba prácticamente fuera de juego, Javier Milei no tenía asidero en el debate político argentino y el magnate Elon Musk aún no se erguía como un actor relevante en el escenario global. Sin embargo, las elecciones en EE.UU. han devuelto a Trump al centro, Milei se ha convertido en un fenómeno en Argentina, y Musk ha cruzado la línea de empresario a contendiente político. Este cambio vertiginoso marca un nuevo capítulo que Lu la no había anticipado.

La primera gran paradoja de esta cumbre es la presencia de Biden, que asiste a un Brasil que, irónicamente, se ha transformado en un símbolo de un mundo en transición. Con su llegada, el presidente estadounidense encuentra un país más lleno de desafíos que de soluciones. Mientras que Lula busca posicionar su agenda de reformas globales, Biden es testigo de su casi inevitable despedida de la política mundial. El eco de su administración revienta en una cumbre que parece desvanecerse en la opacidad de las aguas de Río.

Así, el G-20 resuena entre las viejas y nuevas dinámicas. Milei, con su retórica libertaria y sus ambiciones de desmantelar las estructuras estatales a favor del individualismo económico, se siente fortalecido. Es un hombre con suerte: ha escalado al poder en un momento en que el respaldo de Trump es palpable. Por otro lado, Lula se encuentra en una posición incómoda, a la sombra de un Víctor Hugo histriónico, con el peligro de que las iniciativas sociales que había proyectado sean eclipsadas por las nuevas alianzas ultraconservadoras que están tomando forma en la región.

En medio del despliegue de seguridad y la disposición de las fuerzas armadas brasileñas, cabría preguntarse: ¿Qué espacio queda para los nobles ideales de cooperación y empatía global en un mundo donde el poder de las redes sociales, los discursos incendiarios y las divisiones políticas parecen ser la norma? La última conversación entre Biden y Trump, que dejó instalado el vacío de los compromisos mundiales, resuena como un eco a la promesa de un mundo más justo y equitativo. Esa conversación no es solo una puerta que se cierra, sino un recordatorio de que el verdadero poder ahora mira hacia la Casa Blanca desde Mar-a-Lago.

Milei, al mismo tiempo que coloca a Lula en una situación comprometida, busca romper con lo que él considera un legado de «socialismo» que ha arrastrado a Argentina a la precariedad. Su negativa a participar del diálogo que promueve el actual gobierno brasileño es un signo claro de que la polarización está redefiniendo las relaciones regionales. La renuencia a aceptar el esquema del pasado se convierte en un grito ahogado que lleva consigo un futuro incierto tanto para Argentina como para América del Sur.

Este G-20 se enfrenta a un dilema: simultáneamente busca resolver problemas ancestrales como la pobreza, el hambre y la desigualdad, mientras los líderes aparecen más concentrados en su competitividad y en sus respectivos egos políticos. En un contexto de tan poca unión, el rol del G-20 parece más un espectáculo que una plataforma para el cambio real.

La cena entre Emmanuel Macron y Javier Milei, con la intención de moderar sus arrebatos, es un intento tímido de forjar puentes en un océano de tensiones. Pero ¿realmente puede un solo encuentro en una mesa gourmet transformar la inercia de un continente que lucha por encontrar su identidad en tiempos de crisis?

El G-20 en Río de Janeiro se inicia en medio de un ciclo de despedidas y lecciones no aprendidas, y, para Lula, es un recordatorio contundente de que el mundo ha cambiado de manera radical y acelerada. La pregunta es: ¿podrá adaptarse a este nuevo escenario y encontrar nuevas formas de esperanza en medio del desasosiego? La respuesta no la tiene solo Brasil, la tienen todos aquellos que buscan un mundo más equilibrado y humano. Sin embargo, con un Milei que promete reescribir las reglas y un Trump que nunca se va del todo, este campo de batalla ya no promete ser el mismo.

 

Artículos relacionados

spot_img
spot_img
spot_img

Último artículos