AGENDA ORIENTAL, SANTO DOMINGO.
Escrito por: Jacobo Colón
Desde que el Partido Revolucionario Moderno (PRM) asumió el poder en el año 2020, las expectativas de sus militantes, quienes trabajaron incansablemente para llevar a Luis Abinader a la presidencia, han chocado con una realidad desalentadora.
Las quejas sobre el maltrato, el abandono y las promesas incumplidas se han multiplicado, generando un creciente desencanto entre la base y los dirigentes que fundaron y fortalecieron esta organización política.
El PRM, que llegó al poder con un discurso de cambio y compromiso con su gente, parece haber olvidado a quienes fueron el motor de su victoria y una vez más se hace realidad el refrán muy popular que reza: “Las bases son para pisarlas”, pero lo peor es que no han sido solo las bases; el disgusto llega hasta altos dirigentes de este partido.
Mientras algunos aliados y allegados disfrutan de privilegios, muchos dirigentes históricos y militantes de base enfrentan el desamparo. Las promesas de inclusión y reconocimiento se han desvanecido, reemplazadas por lo que muchos describen como indiferencia y desprecio.
El presidente Luis Abinader, José Ignacio Paliza y Carolina Mejía han ensordecido y enmudecido cuando de colocar a los militantes se trata, han hecho oídos sordos a las quejas, dejando a miles con la sensación de que su esfuerzo no valió la pena.
Un dirigente del PRM me expresó hace unos días su pesar. Me dijo: “Como ya Luis Abinader no será candidato, no le importa la suerte del partido; solo piensa en él y sus amigos”.
Casos emblemáticos ilustran esta situación. Adán Peguero, presidente del municipio más grande del país, es un ejemplo vivo de las injusticias dentro del partido. Luz del Alba, otra figura relevante, ha sido marginada tras ser víctima de calumnias de un programa de televisión.
Realmente, las redes sociales y algunos programas de investigación son los que sustituyen a los dirigentes de ese partido.
Similar es el caso de Carlos de Jesús, exdiputado despojado de su candidatura con una encuesta cuestionada e invisible; a este se le prometió ser parte del gobierno tras entregar su curul, promesas que quedaron en el olvido tras la juramentación de Abinader.
Pero lo más espeluznante, decepcionante e inconcebible sucedió con uno de los mejores munícipes de Santo Domingo Este: un hombre preparado y moralmente intachable fue abandonado a su suerte por el partido al que le entregó hasta más no poder.
El abandono del que fue víctima por parte de su partido lo hizo sucumbir ante la presión de una militancia que lo apoyó y que le exigía cada vez más, y a la que él le debía fidelidad y soporte. Por eso el partido lo llevó a dar lo último que le quedaba, su propia vida. Hablamos del amigo ido a destiempo, Abel Elías Matos.
De este lamentable hecho, nadie se sintió responsable.
Algún día, más temprano que tarde, llamaremos a los responsables de tan fatídico desenlace por su nombre y apellido, porque estas historias no son aisladas; se repiten en provincias, municipios, distritos municipales y parajes, donde el descontento crece como una marea silenciosa.
A pesar de la frustración, las renuncias masivas no se han materializado, principalmente porque el PRM está en el poder y muchos militantes aún albergan la esperanza de ser tomados en cuenta.
Si el PRM continúa ignorando su base y a sus dirigentes, el costo político podría ser devastador. Las elecciones de 2028 se acercan, y el descontento acumulado podría traducirse en miles de renuncias, debilitando su estructura en un momento crítico.
Lo más preocupante es que el PRM parece no aprender de los errores de otros. El Partido de la Liberación Dominicana (PLD), que hoy se encuentra en un lejano 3er lugar, es un claro ejemplo de lo que sucede cuando un partido desatiende a su militancia y se enreda en conflictos internos.
El PRM, en lugar de tomar nota, parece seguir un camino peligrosamente similar.
Este partido todavía está a tiempo para escuchar a su base, cumplir sus promesas y reconocer el esfuerzo de quienes lo llevaron al poder. De lo contrario, el desencanto que hoy es la comidilla en cada encuentro social o político, podría convertirse en un grito que resuene en las urnas.
La historia política dominicana no perdona a quienes olvidan a su gente y el PRM no será la excepción si no corrige el rumbo, y creo sinceramente que no lo hará.