En medio de guitarras calladas, colmadones cerrados y sonrisas apagadas por decretos, la República Dominicana observa cómo se endurecen las manos de quienes un día prometieron representar el cambio. Faride Raful, ministra de Interior y Policía, hoy aparece como guardiana severa frente a la cultura popular que una vez defendió desde el Congreso.
El orden no puede construirse sobre el miedo, ni la autoridad puede blindarse a costa de la felicidad colectiva. Faride, tú que fuiste símbolo de esperanza, estás a tiempo de volver a conectar con la gente. Porque al pueblo no se le gobierna con decretos: se le escucha, se le entiende… y se le respeta.
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