miércoles, junio 11, 2025
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“Archipiélago de intereses”: Una visión crítica y vigente del poder dominicano

AGENDA ORIENTAL, SANTO DOMINGO.

Por: José Miguel Mañon Martínez

Agrimensor, Abogado

Cuando Salvador Jorge Blanco publicó Archipiélago de intereses, no lo hizo desde la cómoda distancia del poder, sino desde la trinchera del conocimiento político y jurídico que da la experiencia y el desengaño. Esta obra, escrita con tono sobrio, pero con la firmeza de quien conoce las entrañas del sistema, se alza como una crítica estructurada y, a la vez, como una advertencia sobre la fragmentación del Estado dominicano frente a las fuerzas que lo manipulan.

El título no es casual ni metafórico en exceso: “archipiélago” sugiere separación, falta de cohesión; intereses dispersos que, lejos de confluir en el bien común, compiten, se sobreponen y muchas veces se anulan. Jorge Blanco plantea que el Estado dominicano está secuestrado por grupos económicos, políticos, empresariales y hasta mediáticos que, cual islas aisladas, buscan imponer sus agendas particulares. El resultado: un país sin proyecto nacional coherente.

Como expresidente, su palabra adquiere un doble valor: el del testigo y el del actor. Su crítica no se lanza desde el resentimiento sino desde una decepción razonada. Es un análisis que combina vivencia y reflexión, y que —pese a haberse escrito hace décadas— mantiene una vigencia perturbadora en la actualidad. La connivencia entre sectores privados poderosos y órganos del Estado, la debilidad institucional, y la injerencia de intereses foráneos siguen tan presentes hoy como entonces.

Lo más preocupante es que Archipiélago de intereses no solo identifica los síntomas de un mal político, sino que describe una patología estructural que impide el fortalecimiento de la democracia. La obra invita a repensar el concepto de soberanía: ¿puede hablarse de un Estado soberano cuando las decisiones públicas están al servicio de intereses privados? ¿Puede hablarse de justicia social cuando las élites económicas dictan el ritmo del progreso?

Este texto, sin pretensión panfletaria, nos deja una lección clara: la República Dominicana no saldrá del subdesarrollo institucional mientras no se reordenen sus prioridades y se recomponga el tejido de su administración pública. Urge una ciudadanía crítica, consciente del rol que juega cada uno de esos “archipiélagos” en el devenir nacional.

Salvador Jorge Blanco, con la pluma del político que se atrevió a pensar más allá del poder, nos ofrece un espejo, de lo que esta sucediendo en el Partido Revolucionario Moderno, que ante el anuncio del Presidente Luis Abinader que no se presentaría nunca más a la presidencia de la república,  se atomizaron esos archipiélagos dentro del PRM formando cada quien su propia isla, pero lo que nadie ve, es que la línea del Salvadorismo siguen viva en uno de los presidenciables, otros se denominan peñagomistas, mientras surgen otro cuyo apellido no se corresponde con el ningún dirigente histórico del desguañangado PRD.

 

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