domingo, abril 27, 2025
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Rubby Pérez oraba todas las noches a las 10:00 en punto y empezaba por médicos, enfermeras, bomberos y policías

AGENDA ORIENTAL, SANTO DOMINGO.

Desde la pandemia, Rubby Pérez tomó la costumbre de orar todos los días una hora, a las 10:00 de la noche en punto, “para ponernos en comunicación directa con Dios“.

En ese encuentro con el Padre tenía una línea en la que incluía primero a los médicos y las enfermas, seguida por policías y bomberos, antes que su propia familia, sus músicos y él mismo.

“En esa conversación mía con Dios, los primeros que están en la punta de lanza son los médicos, las enfermeras y las personas que trabajan en los hospitales. Yo digo: – Señor, encárgate de ellos y protégelos”, le confesó al humorista Carlos Sánchez en una entrevista en el podcast A Sigún, disponible en YouTube y Spotify.

Luego preguntó: “¿Por qué?” Y respondió: “Porque sin ellos no trataríamos de mantenernos sanos los que supuestamente estamos sanos, cuídalos a ellos, devuélveles su salud a los que están perdiéndola o la hayan perdido”.

Después van los policías: Voy y digo: “Protege a quienes nos cuidan en la calle, los policías en primer grado”. Andan exponiendo sus vidas. Lo que le pagan a un policía no compensa el riesgo que ellos andan haciendo en la calle. Pero nadie piensa en eso”.

Por igual, incluye a los militares que “están arriesgando sus vidas a expensa de cualquier cosa”.

A seguidas ora por los bomberos: “Se arma un fuego y salen corriendo, no les importa lo que sea, van y se meten con ese fuego con un tanquecito ahí atrás algunos, otros sin nada, a tratar de parar ese fuego”.

Y si alguien que está corriendo peligro, a ellos no les importa que su vida esté corriendo peligro, van a salvarlo”.

Su sentir era que se trataba de “una cadena de personas que son sacrificadas, que la gente piensa muy poco en ellos” porque “todos piensan en sí, en sí, en sí y se olvidan del otro”.

En la última parte de sus oraciones estaba su familia, sus hijos, sus hermanos, luego los músicos que le acompañaban en sus fiestas y el último era él, que en su caso pedía salud y que su garganta no le fallara.

 

Redacción

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