miércoles, abril 16, 2025
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Afloran hipótesis sobre el porqué del colapso del techo de Jet Set: Un análisis crítico

AGENDA ORIENTAL, SANTO DOMINGO.

Por: Julio César García Mazara, MA

La noche del colapso del techo en la discoteca Jet Set marcó un antes y un después para la República Dominicana. Más de 221 personas perdieron la vida y 180 resultaron heridas en un espacio que, irónicamente, fue durante décadas sinónimo de alegría, música y celebración. Hoy, sus ruinas son símbolo de dolor, impotencia y de una cadena de errores humanos y técnicos que no puede ni debe repetirse.

Entre el polvo y el concreto destrozado, los expertos empiezan a darle forma a la verdad. Leonardo Reyes Madera, de la Oficina Nacional de Evaluación Sísmica y Vulnerabilidad de Infraestructura y Edificaciones (Onesvie), anunció que será necesario un análisis de ingeniería forense para determinar con precisión lo ocurrido. Pero mientras llega ese informe oficial, las hipótesis ya empiezan a hablar, con voz firme y aterradora.

El ingeniero Cristian Rojas, expresidente del Codia, no dudó en apuntar a uno de los errores fundamentales: Jet Set nunca fue diseñada para ser lo que terminó siendo. Originalmente construida como un cine, su estructura fue pensada para un uso muy distinto al de una discoteca. Cualquier arquitecto o ingeniero sabe que los edificios no son entes estáticos, sino sistemas vivos que responden a su entorno, a sus cargas, a su uso. Y cuando se altera uno de esos factores sin revisar los otros, se juega con fuego.

Las losas tipo T o doble T utilizadas en su techo eran comunes en construcciones ligeras. Pero al cambiar su uso, al sobrecargar ese techo con agregados finos para detener filtraciones, con sistemas de climatización, plantas eléctricas, y —como si fuera poco— someterlo a las vibraciones constantes del sonido alto, la estructura fue entrando en una fatiga silenciosa pero progresiva.

El término “fatiga estructural” puede parecer técnico, pero en este contexto, es dolorosamente humano. Es el equivalente a exigirle a un cuerpo ya enfermo que corra una maratón. Y así fue: el techo no resistió más y colapsó, de forma abrupta, total y mortal.

Las filtraciones que intentaron ser “resueltas” con arena de baja calidad —arena itabo en vez de la más resistente arena azul— solo aceleraron la corrosión de las varillas. El concreto empezó a desprenderse, como si gritara que no podía más, que estaba cediendo. Y sin embargo, nadie escuchó.

Los videos que circularon en redes sociales antes del desastre, mostrando partículas cayendo del techo, eran señales desesperadas de un sistema que se venía abajo. Pero vivimos en una cultura de tapagoteras, pinta grietas y que se baila sobre advertencias.

Y por si fuera poco, Rojas recordó otro episodio ignorado: el incendio de 2023, causado por un rayo que impactó la planta eléctrica del lugar. El concreto, tras someterse a temperaturas elevadas, pierde propiedades. Las zonas debilitadas no se refuerzan solas. Era necesario intervenir, revisar, reparar, pero no se hizo.

 

Hoy no basta con buscar culpables individuales. El colapso de Jet Set es el reflejo de una falla estructural mayor: una permisividad institucional, una falta de cultura de mantenimiento y una costumbre de adaptar edificaciones sin entender que no todos los cambios caben en todas las estructuras.

Las vidas que se perdieron no pueden recuperarse. Pero su memoria exige acción. Exige que dejemos de improvisar. Que exijamos inspecciones rigurosas, que no toleremos más el reciclaje irresponsable de infraestructuras, que pongamos la ingeniería y la ética por encima del comercio.

Porque, al final, cada plano ignorado, cada material mal elegido, cada permiso mal otorgado tiene un peso. Y esa carga, tarde o temprano, termina por caer. Como lo hizo en Jet Set.

 

Redacción

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