Santo Domingo, 26 de febrero de 2025.- La gestión de Hecmilio Galván al frente del Fondo Especial para el Desarrollo Agropecuario (FEDA) ha sido objeto de controversia, con diversas críticas sobre los escasos avances alcanzados en su administración y la creciente preocupación por los escándalos que rodean a personas cercanas al Director Ejecutivo.
A lo largo de su mandato, se ha señalado la falta de resultados significativos en áreas clave como el fortalecimiento del sector agropecuario, el acceso a financiamiento para los productores y la implementación de políticas eficaces que puedan transformar el panorama agrícola del país. En cambio, las críticas han aumentado debido a su vinculación con individuos envueltos en escándalos de corrupción y gestión dudosa.
La situación plantea la pregunta: ¿Es este el tipo de liderazgo que realmente necesita el sector agropecuario de la República Dominicana para enfrentar los retos del futuro? La gestión del FEDA sigue siendo una de las más cuestionadas en el ámbito gubernamental, y muchos temen que su falta de resultados y las controversias en su entorno afecten gravemente el progreso del sector.
Desde el FEDA, se ha hecho un llamado a la unidad y al trabajo en equipo, pero las voces críticas siguen insistiendo en que, para que el sector agropecuario pueda prosperar, se requiere de una dirección clara, efectiva y libre de compromisos con intereses oscuros.
La gestión de Hecmilio Galván al frente del Fondo Especial para el Desarrollo Agropecuario (FEDA) no ha logrado convencer a quienes esperaban resultados sólidos en el sector agropecuario dominicano. Su administración, que debería haber impulsado el desarrollo y la modernización del campo, se ha visto empañada por la falta de avances significativos y, aún más grave, por los escándalos que rodean a algunas de las personas más cercanas a él.
En un país donde la agricultura y el desarrollo agropecuario son fundamentales para la economía, el FEDA debería ser una institución capaz de promover el crecimiento del sector y ofrecer soluciones reales a los agricultores. Sin embargo, en lugar de eso, parece haber quedado atrapado en la maraña de la falta de transparencia y de eficacia en su gestión.
A lo largo de los años, los escándalos han ido apareciendo con regularidad. Varios de los colaboradores más cercanos al Director Ejecutivo han estado involucrados en controversias que han dañado la imagen de la institución. Estos escándalos no solo afectan la credibilidad del FEDA, sino que también socavan la confianza de los productores y las comunidades rurales en las instituciones que deberían estar apoyando su desarrollo.
En lugar de ser una agencia proactiva que favorezca el progreso agrícola, el FEDA ha caído en una dinámica de escándalos y promesas incumplidas. Las cifras de crecimiento del sector agropecuario siguen siendo bajas, y los productores continúan enfrentando obstáculos en el acceso a financiamiento y a programas de apoyo efectivos.
Es urgente que se tomen decisiones que saquen al FEDA de esta parálisis. Si el país realmente quiere ver un cambio en el campo, el liderazgo debe ser transparente, eficiente y comprometido con los intereses de los agricultores y las comunidades rurales. Solo con un FEDA renovado, libre de controversias y con una gestión orientada a resultados reales, será posible construir un sector agropecuario más fuerte y sostenible.
