miércoles, enero 22, 2025

Siria en crisis: una mirada profunda a la reactivación del conflicto y sus consecuencias para Oriente Medio

AGENDA ORIENTAL, SANTO DOMINGO

Por: Julio César Garcia Mazara, MA

La reciente reactivación de la guerra en Siria marca un nuevo y alarmante capítulo en el prolongado conflicto que ha asolado el país desde 2011. Este recrudecimiento de la violencia no se produce en un vacío; es, en cambio, una secuela directa de la agitación que ha cobrado fuerza en Oriente Medio desde los ataques de Hamás contra Israel el 7 de octubre del año pasado. Los ecos de esos atentados y la respuesta militar israelí han alterado el delicado statu quo de la región, arrastrando a Siria de nuevo a la turbulencia.

La guerra en Siria ha sido un laberinto de complejidades, en el que el régimen de Bashar al Assad ha sobrevivido a duras penas gracias a un esquema de alianzas con potencias como Rusia e Irán, así como con el grupo libanés Hezbolá. Estos aliados han jugado un papel crucial en la contención de la insurgencia, que abarca desde el extremismo yihadista hasta milicias respaldadas por Estados Unidos. Sin embargo, el panorama está cambiando rápidamente. Con Irán debilitado por los constantes ataques de Israel y Hezbolá enfrentando sus propios desafíos, la resistencia del régimen se está viendo cada vez más amenazada.

El hecho de que el conflicto sirio haya dejado de ser noticia de primera plana no significa que haya desaparecido. Por el contrario, el ambiente de aparente calma ha estado enmascarando un sinfín de problemas no resueltos. Aunque el régimen controló hasta hace poco las principales ciudades y rutas, la reciente ofensiva de una coalición de grupos rebeldes, liderada por Hayat Tahrir al Sham (HTS), ha demostrado que la lucha por el poder en Siria está lejos de concluir. En cuestión de días, HTS ha logrado avances significativos, capturando áreas estratégicas como Alepo, una ciudad que había sido considerada un bastión del régimen.

HTS, que tiene raíces en Al Qaeda, ha intentado distanciarse de su pasado yihadista para atraer un mayor apoyo popular. Este movimiento estratégico se produce en un contexto donde la mayoría de los sirios rechazan la retórica extremista, prefiriendo la estabilidad, incluso si esta proviene de un régimen tan controvertido como el de Assad. La actual ofensiva se presenta como una lucha colectiva contra la opresión del régimen, tratando de capitalizar el descontento generalizado sin recurrir a la ideología extremista que ha plagado el conflicto en el pasado.

La situación en el norte de Siria es un complicado rompecabezas, donde diversos actores, incluyendo las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) y Turquía, juegan papeles cruciales. La fragmentación del paisaje político y militar ha dejado un vacío que los grupos rebeldes están dispuestos a llenar, mientras que el régimen, a pesar de su debilitamiento, sigue mostrando una sorprendente resiliencia.

El reciente aumento de los combates no solo plantea serios riesgos para la población civil, sino que también tiene implicaciones de gran alcance para la seguridad regional e internacional. La falta de un proceso político genuino que permita un diálogo inclusivo ha llevado a un estancamiento que podría resultar catastrófico si no se aborda. La resolución 2254 del Consejo de Seguridad de la ONU, que prometía un futuro basado en elecciones libres y una nueva constitución, sigue siendo un sueño lejano mientras Assad y su régimen se aferran al poder con uñas y dientes.

A pesar de su historia de represión y violencia, Assad ha logrado mantener un núcleo de apoyo entre aquellos que lo ven como el mal menor frente a la amenaza del extremismo. Sin embargo, si las fuerzas anti-Assad continúan fortaleciéndose, el régimen enfrentará una vez más la posibilidad de un colapso.

La  guerra en Siria no ha terminado; ha entrado en una nueva fase marcada por una reconfiguración del poder y una intensidad renovada en el conflicto. La comunidad internacional debe prestar atención a estos eventos, no solo por la urgente necesidad humanitaria, sino también por la necesidad de un enfoque político que finalmente dé voz al pueblo sirio y conduzca a una paz duradera en una región que ha sufrido demasiado.

 

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