AGENDA ORIENTAL, SANTO DOMINGO
Por Juan López
Es más que evidente, en Haití el Estado es, definitivamente, ingobernable y fallido; lo que se comprueba por el revoltillo de conflictos y sangrientos enfrentamientos generados por las bandas delincuenciales y las confrontaciones entre los integrantes de la recién creada Comisión Presidencial de Transición (CPT) que, en la pasada semana, destituyó al primer ministro Garry Conille, profundizándose la división entre los miembros del CPT.
El CPT atraviesa por una peligrosa crisis. A tres de sus miembros se les acusa de corrupción. En sustitución de Conille, ya designaron al empresario Alix Didier Fils-Aimé como primer ministro provisional, quien debe formar un nuevo gabinete.
Los principales y verdaderos responsables de esa complicada crisis y la autodestrucción del Estado haitiano son los integrantes de la clase política, los líderes de las organizaciones de la sociedad civil, el sector empresarial y las élites de intelectuales haitianas que han sido incapaces de anteponer sus mezquinos intereses personales y grupales a los supremos intereses de la nación.
Esas son las razones por las que a esa histórica y grave crisis socioeconómica, humanitaria y política que, desde hace décadas, padece el pueblo haitiano no se vislumbra soluciones y, por el contrario, se profundiza y empeora.
Simultáneamente con esa lucha entre los dirigentes, las bandas armadas de delincuentes que pululan y controlan las vidas, cotidianidades y en más del 80 % del territorio haitiano siguen accionando sin control ni contrapeso, a pesar de estar intervenida con militares procedentes de Kenia y otros países como parte de la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad de Haití (MMASH), desde hace más de 7 meses.
Los propósitos de pacificación, control y desarme de las bandas y restablecimiento de la institucionalidad y gobernabilidad en Haití, por acciones de la MMASH, han sido un rotundo fracaso.
Las débiles resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU y las “acciones” de la OEA, EE.UU. Canadá, Unión Europea, ONGs y de ciertas instituciones internacionales todavía no han surtido efectos positivos; mientras la grave crisis socio-económica, humanitaria y política empeora y sigue azotando al pueblo haitiano, el más empobrecido en todo el hemisferio occidental.
En Haití continúan manifestando, libremente, las criminales acciones de las bandas mediante asesinatos, secuestros, extorsiones y robos. También el tráfico de armas e incremento del narcotráfico.
Ese vandalismo fue complementada con las acciones terroristas de las bandas cuando, la pasada semana, tirotearon aviones de pasajeros de matrículas norteamericanas de las empresas Spirit y Jet Blue; cerrando, prácticamente, el principal aeropuerto con la consecuente suspensión de vuelos desde EE.UU y las acciones humanitarias de la ONU, por lo cual Haití ha quedado aislado, por lo cual se empeora la crisis alimentaria del empobrecido pueblo haitiano.
Al reflexionar sobre ese complicado panorama que alejan el retorno a la institucionalidad, la gobernabilidad, la paz social y la vida del pueblo haitiano; también afectan a los países de la región, en particular a la R. Dominicana, como consecuencia de las masivas y , nos preguntamos: ¿Qué hacer para desarmar y controlar las bandas, empezar a solucionar la complicada crisis y restablecer la institucionalidad y gobernabilidad en Haití? Al respecto, sugerimos:
- El MMASH debe asumir, con todas sus consecuencias, el control político, administrativo y militar del territorio haitiano.
- Iniciar, a la mayor brevedad posible, negociaciones directas con los jefes de las bandas.
- Conceder un plazo de 30 días a las bandas para que cesen sus acciones criminales y procedan a entregar las armas. En caso de no acoger tal disposición, entonces utilizar los recursos técnicos y militares que fueren imprescindibles.
- La ONU, OEA, BID, Banco Mundial, FMI, EE.UU:, Canadá y Unión Europea tienen que, sin pérdida de tiempo, implementar un plan de asistencia económica, alimentaria, administrativo y técnico para proveer empleos y comida al pueblo haitiano.
- Empezar a crear las condiciones para que, dentro de dos años se pueda montar el proceso electoral bajo el control del MMASH para elegir las próximas autoridades de Haití.
La comunidad internacional, y en particular los países y gobiernos americanos, no pueden permitir que Haití siga desangrándose y en ese peligroso caos.
Ante los conflictos que, sin lugar a dudas, empeoran el fallido Estado haitiano, es menester aplicar la sabia fórmula: ¡A grandes males, mucho más grandes remedios!