AGENDA ORIENTAL, SANTO DOMINGO
Lic. Madelin Peña.
Las redes sociales han dado lugar a una nueva generación de celebridades llamados “ Influencers” con miles y millones de seguidores atento a cada movimiento, estos creadores de contenido a menudo realizan actos extremos, peligrosos y denigrante para ganar la atención del público y destacar dentro del ecosistema digital competitivo que les rodea. Sin embargo, la constante búsqueda de “likes” y “views” está poniendo en riesgo sus vidas y su salud, y está dejando una preocupante influencia en las nuevas generaciones. Este fenómeno plantea una reflexión urgente sobre los límites de la validación social digital y sus consecuencias en la salud física y mental.
Constantemente estos jóvenes y adultos quedan atrapados en el círculo de aprobación digital tras la necesidad de aceptación y validación en redes sociales, que se ha convertido en un motor que impulsa a los influencers a realizar actos que, en algunos casos, desafían todos los sentidos para destacar en plataformas como Instagram, YouTube y TikTok, muchos de ellos recurren a contenidos cada vez más peligroso, ya que los algoritmos de estas redes tienden a priorizar aquellos que generan reacciones rápidas y emocionales en la audiencia. Este ciclo de “más es mejor” los convierte en prisioneros de sus propios seguidores, quienes demandan nuevos retos y contenido más arriesgado.
Algunos de estos retos han terminado en tragedia. Un ejemplo impactante fue el de Madalyn Davis, una influencer británica que perdió la vida al caer de un precipicio mientras se tomaba selfies. Dejando en evidencia los riesgos que asumen para captar la atención en redes, esto no solo afecta a los creadores, sino que también transmite un mensaje preocupante a sus seguidores sobre lo que uno debería hacer para “triunfar” en redes sociales.
Otra de las tendencias que afecta a los influencers y sus seguidores es la promoción de dietas extremas. El afán de alcanzar un ideal de belleza irreal los lleva a someterse a regímenes alimenticios que resultan mortales. En su esfuerzo por alcanzar el cuerpo “perfecto”, algunos influencers desarrollan desórdenes alimenticios o siguen dietas tan restrictivas que sus cuerpos no logran sostenerse. Afectando a sus seguidores, especialmente a jóvenes y adolescentes que buscan replicar ese físico “ideal” sin considerar los riesgos para su salud.
Uno de los casos más alarmantes fue el de Xiao Qiumei, una influencer china que murió mientras grababa un video en una grúa, intentando proyectar una imagen de extrema delgadez y flexiblidad. El contenido que compartía llevó a muchos de sus seguidores a probar dietas como la frugivorismo generando una ola de problemas alimenticios.
La exposición constante a la validación pública y la presión por mantener una imagen perfecta han generado una epidemia de problemas de salud mental entre los influencers y sus seguidores. Cuando las métricas en redes sociales bajan, muchos experimentan depresión, ansiedad y una baja autoestima, situación que se agrava en aquellos cuya vida y sustento dependen exclusivamente de su popularidad en redes.
Para los seguidores, el impacto también es notable. Psicólogos explican que “Los jóvenes se ven constantemente comparándose con la vida aparentemente perfecta de los influencers. Esto les genera una presión que puede desembocar en ansiedad y trastornos de salud mental”. A largo plazo, esta presión se traduce en una generación de jóvenes que miden su valor personal en “likes” y “followers”, desconectados de un sentido real de autoestima y confianza.
Las nuevas generaciones, especialmente los adolescentes, son los más afectados por este fenómeno. Muchos de ellos ven a los influencers como modelos a seguir, imitando tanto sus estilos de vida. Este tipo de influencia ha disparado los casos de ansiedad, depresión y desórdenes alimenticios entre quienes se ven atrapados en la ilusión de que la validación social se mide en números y no en logros personales o conexiones humanas reales.
La carrera por la fama en redes sociales está poniendo en riesgo la salud física y mental de millones de personas. Las plataformas, los influencers y la sociedad en general tienen la responsabilidad de fomentar un uso responsable de las redes sociales y crear conciencia sobre los peligros de perseguir estándares inalcanzables. Es urgente reflexionar sobre los límites de lo que se está dispuesto a sacrificar por un “like” y recordar que, detrás de cada perfil digital, hay una vida que vale mucho más que cualquier número en una pantalla.