AGENDA ORIENTAL, SANTO DOMINGO
Por: Julio César García Mazara, MA
Por mucho tiempo, hemos sido testigos del papel fundamental que juegan los referentes políticos y sociales en nuestro país. El caso de Fausto Rafael Liz Quiñonez es un ejemplo notable de una trayectoria marcada por el servicio público y el compromiso con la nación. Desde sus inicios en la Universidad Autónoma de Santo Domingo hasta su actual labor como embajador en Chile, Liz ha demostrado que el trabajo político puede y debe ser un vehículo de cambio y desarrollo.
La formación académica de Liz, con una licenciatura en Ciencia Política y un máster en Relaciones Internacionales, sentó las bases para su vasta carrera en el sector público. Su paso por el ingenio Esperanza y luego en el Ayuntamiento del Distrito Nacional muestra su dedicación desde los primeros días de su vida laboral. Este recorrido, desde auxiliar de oficina hasta la dirección de Plazas y Monumentos en la ciudad, subraya la importancia de la experiencia y el conocimiento acumulados, algo que a menudo se pasa por alto en el vertiginoso mundo de la política.
Su participación en la Cámara de Diputados y su posterior designación como embajador en Alemania son testimonio de la confianza que han depositado en él diversas administraciones. Al asumir funciones diplomáticas, Liz no solo mostró un enfoque pragmático hacia la cooperación internacional, sino que también evidenció su deseo de contribuir a las relaciones entre naciones, crucial en un mundo cada vez más interconectado.
En su papel como embajador en Chile, Liz ha logrado establecer un puente de cooperación que no solo beneficia a la República Dominicana a nivel infraestructural, sino que también promueve la dignidad y los derechos de los dominicanos en el extranjero. La creación de un HUB TECNOLÓGICO para la emisión y renovación de pasaportes, que ha reducido tiempos de espera a 24 horas, es un ejemplo del impacto positivo que se puede lograr cuando se conjugan ética y eficiencia.
Además, la firma de acuerdos en áreas como la seguridad social y la infraestructura refleja un enfoque integral para el desarrollo, uno que considera tanto las necesidades internas como la importancia de mantener vínculos fuertes con otros países. Liz ha entendido que el verdadero progreso no se mide solo en términos económicos, sino también en la calidad de vida de los ciudadanos.
La historia de Fausto Rafael Liz es, en muchas maneras, la historia de un patriotismo práctico. Aquellos que han tenido el privilegio de conocer su trayectoria pueden atestiguar su compromiso con las nuevas generaciones, especialmente a través de la Fundación Dominicana de Jóvenes por la Reforestación, que demuestra su interés en un futuro sostenible para el país.
Con innumerables logros en su haber, la influencia de Liz en la política dominicana es innegable. Sin embargo, su legado no solo residirá en los cargos que ha ocupado o en los acuerdos que ha firmado, sino en la huella de servicio que ha dejado en cada uno de los espacios que ha transitado. Fausto Rafael Liz Quiñonez es un recordatorio vivo de que el ejercicio de la política puede, y debe, ser sinónimo de compromiso, desarrollo y, sobre todo, servicio al pueblo. Su historia inspira a nuevas generaciones a participar, a formarse y a ser agentes de cambio en un mundo que siempre necesita más voces como la suya.